3 de julio de 2011

QUIZÁS LA CLAVE ESTÉ EN LA GLOBALIZACIÓN

Está claro que algo había por ahí que llevábamos tiempo hablando en grupitos pequeños: quejas y discusiones sobre lo que estaba ocurriendo; con los amigos, con la familia, en la tienda de la esquina, en la cola del INEM. Ay la cola del INEM, recuerdo que desde la crisis mundial que comenzó en los EEUU en 2008 cada vez la veía más larga. Me topaba todo los días con ella desde mi casa al trabajo. Había veces que la cola giraba la esquina, pero, todo el mundo callaba, en silencio sin que nadie se quejase; claro, que muchos eran inmigrantes, y pensaba que, estos encima que tienen el estigma de ser de fuera, no se van a quejar. Pero echemos la vista atrás. Primero el elevado precio de las viviendas, que se cuadruplicó entre 2000 y 2008, luego la llegada masiva de gente de otros países y otros dejando los estudios porque las obras estaban llamando a jóvenes fortachones a llevar sacos de cemento de un lado al otro. La de billones de sacos de cementos que se habrán llevado de un lado a otro. Y nadie se daba cuenta. Recuerdo que los que habían provocado todo esto, le echaban la culpa a los otros sobre el efecto llamada de los inmigrantes, pero qué efecto llamada, no les parecía suficiente efecto llamada el provocar el periodo de este país en el que más se ha construido. Quién iba a cubrir esos puestos de trabajo.

En ese tiempo me tocó vivir en Madrid, en un barrio del extrarradio de la capital, y veía viviendas que cada vez estaban más y más altas de precio, y me preguntaba, pero de dónde sale tanto dinero, y la gente con esas hipotecas. A nadie se le ocurría que la gente que estaba trabajando en las obras y que tenía hipotecas de 1500 euros al mes, en algún momento debería dejar de trabajar, no sé, en algún momento no harían falta más viviendas, no había tanta gente para ocuparlas. Algo extraño estaba pasando, y todos hablábamos, pero en corrillos. Claro, como la economía iba bien. ¡qué narices bien!, estábamos sembrando tormentas. Ahí es donde empezó la crisis, en el momento en el que se empezó a construir vivienda sin saber quién iba a ocuparlas. Claro, se corrió la voz, a una generación que dejó sus estudios y empezó a trabajar construyendo esas viviendas, y que con el dinerito que ganaban les permitiría el momento de su emancipación, “qué debían comprar” les decían, “qué alquilar era tirar el dinero”. Y lo hicieron, pero qué pasó, que cuando ya nadie compraba viviendas porque estaba llegando el momento de sextuplicarse el precio, para qué íbamos a construir más, y si no construimos, para qué queremos obreros en la obra. Y los mandaron a la calle, y en este mundo globalizado, no sólo cayeron los obreros, sino también los ingenieros, arquitectos, peritos, y los administrativos de las empresas, y sus economistas, abogados, pero también fábricas, de construcción, de muebles, de decoración, de electrodomésticos, y si la gente tiene que pagar su hipoteca, consume menos, y cerraron comercios que no vendían, cines, bares, etc, etc, etc, y para muchos se acabaron los Reyes Magos y cada 6 de enero había menos juguetes, menos balones de fútbol, libros, ordenadores, etc, etc, etc, y así sucesivamente.

Esto se va al garete muchachada, y estamos a tiempo de cambiarlo, difícil cuestión, pero estamos a tiempo. Quizás ahora sea bueno que el mundo siga globalizado, tal vez esa sea la clave.
Primera Asamblea de Parla en la Plaza del Agua, el 28 de Mayo de 2011.