“Cuantas veces me has dicho que el café es muy bueno, y que la máquina muele el grano”. Se relame cada vez que sube tras conversaciones patateras que mantiene en la escalera, acorde con los tiempos «de argunas», como diría nuestra amiga Yeye.
En este lugar tenemos un café «de máquina» excelente, el resto, que cada uno opine en función de sus quehaceres, deseos o ambiciones…
Su efecto ansiolítico hace que muchas mañanas no adormezca sino que renazca de todas aquellas vergüenzas que aún quedan por sacar, por decidir solventar.
A esa máquina de café, espero y deseo, que nunca desaparezcas, porque sin ti mi alma es particularmente vana.