25 de abril de 2014

ELENA PONIATOWSKA

El pasado 23 de abril, Día Internacional del Libro, tuve el placer de escuchar el discurso de Elena Poniatowska en la entrega del Premio Cervantes 2013 a su obra y persona.

Elena Poniatowska, de origen polaco y nacida en París, emigró durante la Segunda Guerra Mundial siendo niña a México donde conoció un país que le sorprendió y a la vez sensibilizó. En su discurso se acordó de aquellos días en los que conoció a los mexicanos pobres que andaban sin calzado, se acordó del pueblo indígena y criticó al mundo financiero. 

También se acordó de las mujeres, y de que solamente habían sido reconocidas con el galardón a cuatro contándola a ella. 

Me ha emocionado conocer a esta gran mujer que con una elogiable humildad recordaba a sus nietos, presentes en la ceremonia. 

Si queréis saber más de ella podéis pinchar aquí.


19 de abril de 2014

EL LECTOR DE JULIO VERNE Y EL NO OLVIDO

Leyendo El Lector de Julio Verne, de Almudena Grandes, y mientras disfruto la lectura de la estupenda escritora, sé que aún quedan cosas por olvidar, pero que revuelven a los que recordamos cómo nuestras abuelas nos contaron historias de la cruel guerra y posguerra, que las heridas de aquel conflicto maldito y duradero en el tiempo, que pudieron haberse cerrado pocos años, y que aún siguen abiertas. Y no es porque uno se líe a buscar entre libros polvorientos o blogs que nadie lee, sino porque aún casi 80 años después todavía se escribe como si necesitáramos saber qué ocurrió durante aquellos días; y se debate en la radio, intentando unos tapar con la mano el colador por debajo como si pudieran contener la desinformación, y otros trayendo a la actualidad las historias de padres y abuelos que aún mantienen en la retina, historias de sufrimiento, a veces rencores y otras penas y llantos.
Me hace gracias cuando veía en televisión a señoras de barrios altos decir que para qué habría que abrir las fosas donde había gente asesinada durante el franquismo, que eso había que olvidarlo, pues tan fácil como que si alguien quiere saber de su pasado tiene derecho a conocerlo, por mucho que a los otros no les guste; o es que tiene algo que callar señora, porque tanto recuerda el que sufre como el que hizo sufrir.  

Santa María de los Llanos (Cuenca) Al fondo la Calle Mayor.

Mi abuela Angelita me contaba que en su pueblo no hubo guerra, que los mozos salieron al frente, y que algunos volvieron y otros no, como si tiempo después valiera con un ojos que no ve corazón que no siente el que algunos no volvieran, también es verdad que en aquel entonces su novio volvió, mi abuelo Ángel. Lo peor vino después cuando llegaron al pueblo los falangistas, y porque ella no quiso levantar el brazo al entrar al pueblo la quisieron rapar el pelo al cero, algo que pudo evitar pagando su padre un dinero. También recordaba cómo su hermano Pedro acabó fatal por las palizas que le dieron en el castillo de Belmonte donde estuvo preso, “mi hermano murió tan joven por las palizas que le pegaron los falangistas” solía decir. Mi abuela tuvo la suerte de vivir 98 años sin problemas de memoria, y nosotros la suerte de escucharle contarnos estas cosas; quién es usted señora para decirme a mí que tengo que olvidar las historias que me contaba mi abuela; creo que es un deber contarlas y recordar que hubo alguien que en su día sufrió, y que si el que hizo sufrir no quiso escuchar que se tape los oídos, pero a mí no me van a obligar a no contarlo.

Mientras, sigo leyendo El Lector de Julio Verne, libro que sirve para olvidar rencores porque Almudena Grandes presenta a los personajes con tanta humanidad, que es inevitable no empatizar con el hijo de un guardia civil o con el mismo guardia civil.