Viajamos a Ámsterdam en pleno invierno, la ciudad está preciosa y llena de gente. La temperatura no sube de un grado en todos los días. El sol apenas aparece la mañana de la penúltima jornada. Paseamos por sus estrechas calles y cruzamos puentes, según wikipedia hay unos 1500 en toda la ciudad, que invitan a recorrer sus canales.
Visitamos el museo Van Gogh, que es muy recomendable visitar con audioguía; el austero Palacio Real, de la plaza Damm.
Mientras caminamos, entramos en una tienda de quesos. Me encanta el queso, aunque a medida que uno se hace mayor hay que limitar su consumo. De pronto alguien no saluda en español "hola", nos sorprende una chica sonriente y muy guapa que por el atuendo muestra ser la dependienta de la tienda. ¿eres española?. No, soy griega. Qué sorpresa una persona de Grecia que hable tan bien el español. Aprovechamos para hablar con ella, muy receptiva. Nos cuenta que hizo Erasmus en Barcelona, aunque al principio le costó entender que allí se hablara catalán. Estamos a tres días de las elecciones en Grecia. Ahora está haciendo un máster en inteligencia artificial, y bueno, no sabe muy bien qué va a hacer cuando termine. La gente lo está pasando tan mal en Grecia que entiende que voten a Syriza. Por sus comentarios, creemos que ella también lo votará.
Al salir me cuesta no emocionarme.