Se oía música de orquesta; al principio formaban un pequeño corro de cuatro mujeres que al compás danzaban con diferentes pasos compenetrados. Inmediatamente después se iban uniendo otras personas, algunas conocidas, otras desconocidas, uniendo sus manos, e iban formando un corro más grande mientras la música de la banda seguía sonando. Cada vez que alguien nuevo entraba en el grupo sus nuevos compañeros sonríen su entrada, en tono cordial.
Es una danza por la amistad.
Por segunda vez nos ven en Cadaqués, donde están los mejores crêpes de Cataluña, los de Rita que tomaron todas las tardes protagonismo; dulces y salados, grandes y pequeños, jugosos...
Visitábamos todos los días las rocas del mar donde el sol doró nuestras pieles para poder pasear por las calles de Florencia.