Tan sólo fue eso, un fin de semana, tal vez insuficiente para hacerse a una idea de cómo es esta ciudad. Quizás porque tras un periodo de hibernación, el viajero no debería haber elegido este lugar para reactivarse, Lisboa se presentó triste, con pocos paseantes, a una temperatura invernal agradable sin a penas viento, sin lluvia, pero con nubes constantemente, que le daban ese aire melancólico del que a veces parece que se enorgullecen los lisboetas.
El paseo consistió en decubrir calles semidesiertas, de antiguos edificios de viviendas convertidas en oficinas o abandonadas por el no uso, de un sentimiento de vacío que alimentaba el corazón en pequeñas dosis. Porque para encontrar la Lisboa soñada hay que buscarla en las pequeñas cosas, en esos rincones que simulan momentos del pasado: un museo para nosotros solos, donde el guardia de seguridad en un afán por mostrarnos las maravillas que encerraba nos hizo de guía, la Casa-Museu Da fundaçao Medeiros de Almeida, en la Rua Rosa Araújo, 41, que muestra la colección de mobiliario y de figuras de arte que decoraron la mansión de una familia adinerada durante los Siglos XIX y XX; un recorrido en tranvía, el 28 que recorre el barrio de Alfama, el centro de la ciudad y el Barrio Alto, en un medio de transporte casi tan antiguo como la ciudad, que hay que elegir en la primera o última parada para poder sentarse y disfrutar del recorrido; o la visita a la Catedral de Santa María Maior o Sé de Lisboa, mezcla de distintos estados arquitectónicos que comenzó a construirse en 1147, y que sobrevivió a varios terremotos, en el Largo da Sé; y algunas cafeterias que nos transportan a otras épocas como la Cafetería suiza en la Plaça Dom Pedro IV, o el Café a brasileria en la Rua Garret.
Lisboa es una ciudad para ir enamorado, y no para enamorarse...
1 comentario:
Pues yo entre los detalles que leo por aqui y las pinceladas que mi novia me dió de su viajecito por tierras lusas estoy como loco por conocer esa Lisboa que describes. Buena entrada esta para tener muy en cuenta y no perderse los rincones con encanto que señalas.
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