El gran lago saldado de el Jerid da la bienvenida al desierto del Sahara. Desde la capital del país, Túnez, cada vez las carreteras son más lineales, y vas descubriendo la cada vez más ausente vegetación, entre tímidas costras de sal. De esta manera llegaremos la ciudad de Tozeur, aunque ya no veremos sus trenes, aquellos que Franco Battiato recordaba en esta preciosa canción de 1984.
En estos momentos de convulsiva rebelión contra dictadores de museo de cera, no está de más saber algo más de estos maravillosos países tan lejos y tan cerca del nuestro.
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