Lugar: Catedral de Santa Sofía (Estambul)
Quizás esperábamos gente donde utilizara la picaresca ante el turista y nos encontramos con la tranquilidad de un pueblo, el turco, que respeta al viajero, y le pregunta amablemente, casi siempre, si queremos que nos presten sus servicios.
La llegada a Estambul fue lluviosa y llena de ganas por conocer una ciudad a la postre grande, y por lo tanto llena de rincones, como la Catedral de Santa Sofía, el Gran Bazar, o las orillas del Bósforo, pero que a la vez descubríamos asombrados una ciudad moderna, donde pasábamos desapercibidos, y amables dependientes de comercios nos atendían, todos interesados por saber de dónde éramos y con ganas de preguntarnos cosas y contarnos. Nos repetieron en varias ocasiones que éramos mediterrános como ellos y que nos parecíamos mucho, y es verdad.
El resto del viaje, un hotel hippy en una playa arrinconada donde tuvimos que bajar en jeep, las ruinas romanas de Éfeso, las más importantes de Asia Menor, o el espectáculo de el hito natural de Pamukkale, poco para un país enorme y con muchísimos lugares más por conocer.
Habrá que volverrrrr!!!!!
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