Estuvimos
aquí año y medio, y quedan buenos recuerdos: las risas con Virginia en Los Planetas 25; preciosos amaneceres; o aquellas ranas que se escucharon todo el invierno de aquel primer año. Ahora viajo casi todos los días para ver a mi familia, aquí viven grandes amigos y siempre es un gusto seguir cogiendo el tranvía.
Un año después, comencé a escribir este blog, con permiso de la Yeye, ese personaje que a veces se apaga, que a veces renace, y que incluso muchos creyeron que era real.
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