Me contaba mi abuela Victoria, la materna, que cuando era niña era muy bruta, y se cargó a un cordero que ahogó, o algo así, en un charco. Y me contaba de sus abuelos. Fijaos, si mi abuela nació en 1923 y su madre en 1896, sus abuelos nacerían a mediados del S. XIX. Pero a mi abuela Victoria nunca le hicieron una fotografía de niña. La foto más antigua que tenía era de adolescente, siendo ya toda una mujer, como entonces se consideraba a niñas de quince años.
Muchas veces trato de imaginar cómo serían al nacer, cómo sería si todos esos momentos se hubieran plasmado en una instantánea. De cómo eran sus inviernos con más ropita, o sus veranos, corriendo por las calles del pueblo.
Mi abuela Angelita, la paterna, para más inri, nació en 1910, y no recuerdo que tenga ninguna foto ni si quiera de adolescente. Todas las que acumulaba en aquella caja de zapatos en su casa de la Avenida de Entrevías y en las que aparecía ella, las menos, eran de cuando había llegado a Madrid, en 1955. Ella no tenía fotos ni de su juventud, cuando seguramente sería toda una mujer y tuvo que mediocriar a muchos de sus hermanos menores, al morir su madre cuando ella contaba con esos quince años que toda adolescente debería vivir con plenitud.
Me da tristeza que ya nunca tendremos la posibilidad de saber cómo eran de niñas, ya que no hay nada que las recuerde, y probablemente nadie. Y no son sólo ellas, son la gran mayoría de las gentes de sus generaciones, que a nosotros nos toca recordar, pero que las vivimos de la imaginación, de imaginar cómo eran.
Son como la radio, no tenemos imágenes, pero plasmamos en la mente todo lo que nos cuentan, y nos contaron.
Os pongo el vídeo homenaje a la abuela bloguera, María Amelia López, que falleció hace unos días con casi 100 años, y que a los 95 decidió abrirse un blog para contar cosas de su vida.