22 de agosto de 2009

SOROLLA


Me gustaría que la exposición de Sorolla que hay en el Museo del Prado de Madrid hasta el 13 de septiembre estuviera por siempre.


La muestra nos ofrece la mayor recolección de obras del pintor, todas juntas, venidas desde diferentes lugares del mundo, Nueva York, Venecia, París, Valencia o Madrid, para regusto de los madrileños y todos los que visiten esta ciudad en estos días de infernal calor veraniego.


Entrar en las salas donde está expuesta su obra es encontrar la cotidianidad de una familia acomodada de principios del Siglo XX que entre las dificultades de los de alrededor, retratadas de igual manera por Sorolla, viven a la sombra de los tiempos, entre otras pinturas que no dejan de ofrecer el instante en el que se encuentra el autor.


Una de las obras más sociales e impresionantes de Sorolla es Triste Herencia, que pintó en 1899 y que pertenece a la Colección Bancaja, que según el diario El País "La escena describe a un grupo de niños tullidos que se bañan en la playa bajo la supervisión de un monje. La tela, de grandes dimensiones, le consagra. Le valió a Sorolla el Grand Prix y una medalla de honor en la Exposición Universal de París de 1900".

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