20 de septiembre de 2009

SAONA


Vista de Sta. Mª de los LLanos (Cuenca). Fuente: http://www.jccm.es/

Fue en Saona, cuando me vinieron a la mente, en pequeños detalles, la cantidad de viajeros que debieron pasar por el viejo balneario, hoy decrépito y bordeado de enredaderas y paredes desconchadas de aquellas cales que sus cuidadores más de una vez hubieron de dar.

Con el tiempo el lugar se convirtió en el punto de encuentro de los veranos de los cientos de visitantes que marcharon a la ciudad para buscar una vida mejor y volvían para mantener sus raices vivas. Aquellos años fueron duros, y las aguas del nacimiento, limpias y cristalinas, pero frías e invadidas por cuerpos deseosos de calmar las cálidas tardes estivales, dejaron de dar vida y alegría a aquellos habitantes de un lugar que perdió la mitad de su esencia.

Hoy hay una triste piscina con árboles, junto a la antigua carretera de Madrid, que tardarán mucho tiempo en dar sombra, aquella sombra que los chopos adornaban lo que muchos vivieron como el paraiso terrenal, entre juegos de niños y comidas en familia.

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