Allá por los años 60 cuando la televisión entró en las clases populares, muchos temieron que los niños se quedarían en sus casas todo el día frente a la llamada "caja tonta". Se equivocaron. Años después, los pequeños seguían participando de juegos populares, y utilizando aquellos jueguetes como las combas, peonzas, chapas o canicas, con las que nuestros padres y abuelos jugaron en su día. En los año 80 cuando entraron los vídeos en los hogares, y algunos años después las primeras consolas, y se temió por lo mismo, se volvieron a equivocar. Ahora con la llegada de internet, y varios años después de su generalización en la mayoría de los hogares de clase media, se vuelve a pensar que los más pequeños no saldrán de casa, y parece ser que se vuelven a equivocar.
En estos días de frío siberiano he podido comprobar que se sigue jugando a este tipo de juegos, y por ende que la gente sigue saliendo a la calle. La llegada de las tecnologías siempre ha sido un factor de miedo por imaginar que nos metería en casa y nos convertiría en seres asociales. Yo creo que los asociales siempre lo fueron y aprovecharon las tecnologías del momento para no relacionarse. Ahora es internet, en su día fueron las consolas, la televisión, o incluso la radio y la lectura. Son personas que, por la razón que sea, se encierran en sus cuartos y no participan de los demás. Pero en realidad el ser humano es un ser social y necesita comunicarse con los demás.
Utilicemos las tecnologías para aprender y relacionarnos, sin olvidar que las personas necesitamos vernos, tomarnos un café juntos, compartir comidas, cenas, amores, desamores, viajes, pasiones...
Las canicas de Natalia son las que me han recordado que el mundo sigue, y que si nos empeñamos en verlo, su progreso casi siempre será por el bien de los ciudadanos.
2 comentarios:
En mi casa se llamaban boliches. Y las peonzas, trompos. Es curioso cómo las palabras configuran nuestros recuerdos. Lo sorprendente es que Natalia juegue a las canicas con este fresquito siberiano.
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