Aquel ciclo de Rita Hayworth, durante 10 semanas todos los jueves despertó mi interés por el cine y por la belleza de aquellas televisiones en blanco y negro, donde el juego de las sombras y el espacio acercaban al espectador a las realidades de los personajes.
Muchas veces la llamada Caja Tonta, no lo fue tanto durante mi infancia, era la televisión pública, que te hacía partícipe del mundo, te llenaba los ojos de saber, y de querer saber, aquellos programas dedicados a épocas de la historia más reciente, de gansters, o más lejanas de la Grecia Clásica cuando Mayra Gómez Kemp presentaba el concurso más glorioso de la televisión, o aquel A vista de Pájaro, nos mostró todas y cada una de las provincias de este territorio plural y diverso, con música de compositores españoles de los siglos XIX y XX, desde el cielo.
Voces que enamoraban, que presentaban los programas aquellos de autor, en los que alguien relataba textos que seducían a quien los escuchaba.
La melodía de Cine Club fue por muchos años la que me invitaba a soñar, a irme a la cama a dibujar en la mente pasiones que en un futuro descubriría ya con menos ilusión, que espero recobrar el día en el que sepa que las personas reviven aún en su imaginación sabores de nuevos días...