Aquellas vacaciones de 2006 alguien comentó, "es el octavo año que vengo, y no puedo dejar de venir", han pasado 4 años, y he seguido yendo, sin premeditarlo, invitado, propuesto por otros y otras.
Se trata de un lugar inhóspito, carente de una gran vegetación, donde el viento silba tus oídos, y la calima te envuelve. Sin un alma en algunos de sus rincones, y con recuerdos inciertos de que hubo un tiempo en el que en aquel lugar no transitaba nadie. Pero hay una luna llena que te guía por la noches, y replica en cada una de las olas del mar que se acerca a su costa.
Playas solitarias, halladas tras unos juncos, o tras una gigantesca duna que arremete al viento, y surca en el rostro.
El fantástico, sin saberlo se convierte en insigne compañero de viaje, y de habitación, aportando seguridad al lugar, al cielo que no deja que caiga.
1 comentario:
Y eso que me han dicho que debe hacer algún ruido al dormir, y hasta puede echar la pierna por encima. Je je. El Cabo y la compañía, siempre relajan, envuelven en tranquilidad y paz. Un besote anónimo.
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