Cuál podría haber sido la manera de acercarse al mundo de las artes, sinuosamente, aquello que le cortaron cuando sus ilusiones eran defenestradas por la cercanía del miedo familiar.
Cuando Billy Elliot decide que quiere bailar, sabe que lo hará en un mundo en el que sólo hay niñas, sin embargo él decidió seguir bailando y llegar a mantenerse más tiempo en el aire, consiguiendo volar…
Cómo Billy Elliot, a él le tocó cantar en un coro infantil, en el que sólo había niñas, un día decidió no seguir, se dejó llevar por las presiones, que luego le pesarían, y anduvo caminando por el rumbo equivocado evocando una vida paralela que nunca llegaba.
Me encanta cantar, lo haga bien o mal, me encanta sentarme frente a unas manos dirigiendo suavemente una melodía, susurrando en momentos de piano, moldeando el sonido cuando hay que realizar un legato, y levantando las manos a la par cuando llegamos al sonido esplendido.
Descanso, tranquilo, no pienso, cuando llegan los jueves por la tarde vuelo, suave a poca distancia del suelo, incorporándome en el firme girando obre mi eje transversal, y expreso todo aquello que no pude, que no supe enfocar.