Al ir al baño y al volver, encuentras otra perspectiva, la del paisaje, la del recuerdo de cómo fue cambiando el barrio, aquellas ranas que dejaron de croar, cada vez amanecías con menos grúas y los camiones removedores de tierras ahora se oyen a lo lejos. Desde el séptimo D, a lo lejos , el AVE Madrid-Sevilla se escuchaba, mientras sus pasajeros observaban cómo el Manhattan del sur parecía no tener fin.
Por lo tanto gracias a la Yeye, a la Hija de la Chona, por hacernos la vida más acompasada, gracias a todos los que se acercaron para compartir al menos una tarde, una noche, un café, un esfuerzo, y a los encuentros cada mañana en el tranvía con aquellos potenciales amigos, gracias al chino de abajo, que aunque fuera sólo hace dos meses, nos puso una tienda de frutas y comestibles, gracias al tranvía que nos acercó al centro de esta pequeña ciudad y nos evitó tener que depender de los horarios de los autobuses, especial agracedimiento a internet y a su mundo, y entre otras muchas gracias, gracias a ti, por seguir estando tan cerquita aunque nuestras vidas vayan cambiando poquito a poco.
Nos vemos en Las Lagunas...