El otro día me dijo un amigo que tenía vértigo, que le pasa a veces. Yo le dije que tengo vértigo en sueños, que a veces subo y subo por un ascensor y nunca termina de subir, se sale del edificio. Quizás sea de la peli de Willy Wonka, me dijo él, de La Fábrica de Chocolate.
En realidad creo que no tengo vértigo. Vivo en un séptimo, y soy capaz de mirar abajo sin asustarme. Una tarde en Nueva York fui capaz de subir al G B Bulding en el Rockefeller Center, a la planta 70, y aun con la emoción de estar a esa pedazo de altura, y viendo toda la ciudad, lo viví como algo normal.
Quizás a lo que tengamos realmente vértigo sea a las circunstancias de la vida, que se nos hacen inalcanzables, deseamos ser los mejores, o cuando deseamos estar a la altura de gente iletrada y con buena dialéctica.
A medida que vamos creciendo, nos encontramos con dificultades que nos hacen la vida más o menos llevadera. Son encuentros con momentos en los que tienes que sortear y atajar para llegar a tus metas.
Poco a poco descubrimos que la perfección no existe y que debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, vivir con ellas, y disfrutar de lo que podemos llegar a ser, a tener, a realizar...
16 de abril de 2008
VÉRTIGO
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