9 de agosto de 2008

CADA DÍA ME SORPRENDÍA MÁS GANDÍA...

El primer día me encontré al autobusero del Servicio Especial de mi barrio con un enorme !Hola, qué tal", que decía entre líneas "quiero ser amigo tuyo", mi tímida respuesta "bien", posiblemente le sumió en la más profunda tristeza por terminar las vacaciones sin emociones especiales, y sin amigos que recordar.

Cada vez que bajaba un ascensor siempre había algún carrito de bebé que ocupaba la mitad del espacio, al final decidimos subir y bajar las 5 plantas que separaban nuestra habitación del vestíbulo de entrada la mitad de las veces...


Y los niños correteaban entre el bacon grasiento y las tostas de pan de hace varios días con tomate de bote...


Las abuelas se colaban en la fila de tostar el pan y los croisants (bien!!!, al menos había croisants, congelados, pero había)...


El calor asfixiante con una inaguantable humedad hacía los paseos por la playa quemaderos de piel...


Pero existieron tardes en las que las vergüenzas se destapaban entre mirones y conversaciones de otros mundos.


Y masajes a media luna...


Y risas de complicidad...


Y cafés con revistas de verano...


Y fantasía mucha fantasía en nuestros relatos...


En esta ocasión no paré de hablar, y se trataba de eso, de dejar pasar el tiempo...



1 comentario:

Anónimo dijo...

No paró de hablar, es cierto, pero ha sido una experiencia nueva y muy agradable...

Sabes que me encantará repetir contigo...

Un beso.