LA PROPIA CIUDAD NOS DIRIGÍA EL PASO

A lo lejos, la ciudad va cerrando sus ojos, el traqueteo del tren despide su contorno. Las tórtolas desisten en su canto y el viento peinará su silencio…

Siempre ha habido virtudes en peligro de extinción, pero nunca se termina de extinguir ninguna, quizás sólo una de ellas era tan poco común que pensé que ya ni existía. Si bien todos sabemos que entre los que nos encontramos existen personas que son capaces de transmitirnos sensibilidad, humildad, ternura, solidaridad, respeto, empatía, y muchas otras, quizás sea una la que engloba a todas la demás. Podría parecer un término muy común a nuestros oídos, pero ya digo que pensaba que, en realidad, se trataba de algo inexistente. Yo la llamaría bondad…

Estos días atrás tuve la gran suerte de descubrir que aún existen seres capaces de transmitir bondad, de hacer notar a través de sus miradas, de sus actos, realidades que un día pasado pensé pasadas...

Anduvimos tanto, que hasta la propia ciudad nos dirigía el paso, sabía por qué lugares no habíamos transitado, monumentos, edificios singulares, espacios culinarios, naturales.

Zaragoza tiene dos catedrales, La Seo, preciosa y el Pilar, grandiosa, La Aljafería, un palacio árabe; un museo de bellas artes con cuadros de Goya y otros destacados pintores; será sede de la Exposición Internacional de 2008, cuyo tema principal será el agua, y muy importante para el que ande por allí por esas fechas, el 16 de agosto de este año habrá un concierto de Miguel Poveda.

Pero lo que hay en Zaragoza son y serán grandes amigos…