Ya van 33

De vez en cuando vuelvo a subirme en el 24. El recorrido suponía una vuelta a la nostalgia: domingos de rastro, tardes de paseo por la ronda del sur, navidades en las que íbamos a ver el Belén del boulevard de Vallecas, helado de máquina en la albufera, rebajas en Simago, hoy un Carrefour Champion, quién me diría a mí que durante estos años dormiría tantas veces en ese edificio, e incluso pasaría una noche de compartida pasión.

Cuando mi madre me llevaba a comprar a la Avenida de San Diego, pensaba que íbamos al centro de Madrid, y ya ves, íbamos al centro de Vallecas, esa visión geográfica ya desde pequeño me llenaba la cabeza de imaginación.

En realidad era todo un mundo de ilusiones algunas frustradas, y otras racionalizadas, que hicieron de un niño que bajara corriendo todos los días por la escalera de su casa con miles de ilusiones, la principal "bajarse a la calle".

Yo también daba saltos de alegría cuando el tren que íbamos a coger era de dos plantas.

Hoy hace 33 años que nació ese niño, y sigue viviendo de ilusiones, las tiene presente siempre en su cabeza, las necesita para dar sentido al mundo que le rodea, ya sea junto a alguien, compartiendo experiencias o sitiéndolas una tarde de abrazos y conversación...